jueves, 5 de julio de 2007

* Biblioteca Popular «14 de Enero», un intento de Historia Oral

Por: Patricia Arroz Cecarelli - Mauricio Cajas Díaz.

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Organización y organizado


Este texto no podrá preservarse como la memoria oficial de la “Catorce de Enero”, no por carecer de veracidad en su contenido o por no considerarse sujetos con historicidad a quienes aquí se menciona. La razón es simple: no haber contado con una participación más amplia en el proceso de reconstrucción de la memoria histórica de la organización. Nuestro entrevistado es sólo uno de los muchos que han resistido y construído en ella.


Faltan personajes de indudable trascendencia dentro de este relato. En este texto se entretejen distintas existencias, distintas dignidades que van conformando un corpus y se van constituyendo como un ínfima parte de un proyecto político que se construye en los márgenes de la institucionalidad, en los márgenes de la sociedad. Un proyecto político esbozado por miles de militantes rebeldes como Rafael, quien le debe mucho a la “Catorce de Enero” porque en ella encuentra una razón de vivir, es su trinchera de vida.


Pero también la “Catorce” le debe mucho a él. Ambos se han fortalecido. Justamente por esta razón es que esta historia, escrita a través del relato oral, se enmarca dentro la historia de vida como de la historia de organización. Existe entre ambos, el individuo y la organización, una relación dialéctica tal que no se puede estudiar a uno prescindiendo del otro.


Historia de vida


No se puede abordar la Historia de la “Catorce de Enero” sin conocer previamente una parte de la historia de Rafael, nuestro entrevistado. Es que irremediablemente, ambos –la organización y él- están íntimamente ligados. Han sabido proyectarse a través de la resistencia y construcción, ello los ata indisolublemente.


“Yo estaba chico, tenía como 9 años y un día andaba Pinochet en Filipinas y le hicieron un boicot, y le digo a mi mamá «sabe qué, al presidente le hicieron un boicot -yo cabro chico no sabía ni que era un boicot- ¡el presidente Pinochet, presidente de todos los chilenos!» y ahí ella me contó la historia, me dice «ese conchesumadre no es nuestro presidente, es un golpista, mató a tantos...» y ahí empecé a cachar; empecé a cachar a los tíos que llegaban a la casa; cuando la vieja no estaba; cuando se desaparecía tres o cuatro meses porque andaba arrancando...”


Rafael nació en el año 1972, creció en un Chile cargado de violencia y represión, marcado profundamente por la dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet Ugarte. Su vida transcurre en una población del sector sur de la ciudad de Santiago, El Almendro 1, actual comuna de El Bosque. En la ‘pobla’, como él la denomina. Su paso de la infancia a la adolescencia transcurre al calor de las protestas que ya en los 80’ ponía de relieve al movimiento popular como uno de los actores fundamentales de la escena política nacional:


“...siempre violento [...] cuando hacían marchas salían las monjas, lo curas [...] toda la gente con velas y con puros cantos [...] nosotros, cabros chicos, ahí tirándole piedras a los pacos, cachai siempre encendido con la violencia de pueblo, de no saber porque estai tirando piedra, pero sabí que tení que tirar porque son los pacos, porque de chico, de que tengo uso de razón tenía que levantar las manos, andar manos arriba, reprimido”



El historiador Pedro Rosas, señala que la mayoría de los rebeldes de la transición chilena a la democracia -generación a la cual pertenece Rafael- que previamente lucharon por derrocar a la dictadura, iniciaron su militancia en organizaciones de tipo social, poblacionales, juveniles, culturales o de trabajo infantil, vinculados fuertemente con las Iglesias Católicas y Evangélicas1. Los inicios de su contribución en algún movimiento social, nos remontan a los primeros años de la década de 1980 cuando participaba en comunidades cristianas de la Iglesia Católica además de ser integrante de un Centro cultural de la población llamado “Libertad Unión y Progreso”, organización vinculada a la Iglesia Católica. En este sentido, Rafael, no escapa al perfil esbozado por el académico para el militante rebelde:


“surge la necesidad de hacer weas [...] ahí empecé a destacarme en las colonias urbanas [...] fui coordinador de las colonias que nacen al alero de la Iglesia Católica...”


Ya en esta etapa de su vida, además de encontrarse activo socialmente, germinaba en él una conciencia crítica que lo llevaría a cuestionarse algunos planteamientos de la institución eclesiástica:


“Mira, hacían unas jornadas en la Iglesia, donde todos se juntaban a rezar y hablar temas, entonces todos terminaban hablando del perdón y yo decía «pero ¿por qué tenemos que perdonar poh weon?»”


En marzo de 1986, “El Rodriguista”, órgano difusor del Frente Patriótico Manuel Rodríguez publicaba entre sus páginas:


De un modo o de otro todos los sectores políticos han planteado que 1986 es un año decisivo, una etapa de definiciones y de movilización social, de enfrentamiento y radicalización de lucha.”2


Efectivamente, no se equivocaban al plantear que ése sería un año decisivo. En julio, aparatos oficiales de seguridad militar, detectarían y desbaratarían la internación en el país de un cargamento de armas provenientes de Cuba, operación conocida como “Carrizal Bajo”3. En septiembre, fracasaría también la emboscada que el FPMR había tendido a Pinochet. Sin embargo, éste sería igualmente un año decisivo y de definiciones para Rafael:


[a los 14 años] me toman preso y me torturaron los de la CNI ... estuve dos noches y tres días detenido...”


Las circunstancias en las que cae detenido, casi por accidente, las explica de la siguiente manera


[un día estando en la casa] me mandaron a comprar el diario, habían unos locos haciendo una barricada y yo –casi como juego- les ayudé poh. Llegaron los pacos y me llevan en cana. Pensé «me van a soltar porque soy cabro chico» y no poh, la pelota venía pa’ otro lado: andaban detrás de mi mamá...”


En este escenario, Rafael, adolescente ya lleno de dudas e inquietudes sociales, que más tarde, quizá acrecentadas por la detención sufrida, desembocarían en inquietudes políticas que lo llevarían a militar en el FPMR, organización que le “abre la ventana” para que proyecte toda su rebeldía y, a través de la acción directa, logre encauzar su “violencia de pueblo”


ya me hago militante a los 14 años [después de la detención] Ahí tomo la decisión de militar y empecé a buscar. Me demoré como siete meses. Por ahí me encontré con unas gentes que me invitaron a una reunión, yo pensé que eran del MIR, después caché que eran del PC y le digo al compañero que me invitó «sabí que, buena onda pero no me gusta na’ el PC a mi, porque que yo quería estar en el MIR» y él responde «pero hay algo mejor, podí ayudar y trabajar con esta gente»... y ahí conocí a los viejos, empecé a trabajar con puros viejos en el tema logístico. En ese tiempo le llamaban ‘pasarse por la ventana’ , me pasé por la ventana al Frente [...] porque no milité en la Jota antes...”


Ahí trabajé en una unidad del Frente, trabajamos de torreros [...] me llevan a una escuela [instancia de instrucción], me llevaron a una casa y con unos palitos de fósforos me enseñan «así se botan las torres» ¡corta y precisa!”


“empecé a trabajar con viejos comunistas que habían trabajado con mi abuelo, él me los entregó [...] ellos me guardaban las weas; un viejo me tenía 20 kilos de amogelatina, otro me tenia 30 kilos de plástico, el otro me tenía no se poh 30 kilos de dinamita y mechas. Todos tenían cordón detonante, mechas, estopines, eléctricos, pirotécnicos, de todo... Yo iba a buscar las cargas y las entregaba, armaba -aprendí a armar las cargas- las armaba y las entregaba, ese era el tema del sabotaje...”


Durante 1986, cuando pasa a formar parte de las filas del FPMR, Rafael se ve enfrentado a una situación de triple “militancia”: participaba paralelamente en este organismo político-militar, en la Iglesia Católica y en el Centro Cultural “Libertad Unión y Progreso”. Estas dos últimas instancias serían utilizadas como plataforma de lanzamiento del trabajo territorial. Luego, durante ese mismo año, cuando la situación se hace insostenible y la comunidad cristiana no representa ninguna significación –política ni espiritual- para él y sus compañeros rodriguistas, comienzan a dedicarse exclusivamente al trabajo territorial desplegado a través del Centro Cultural, abandonan la comunidad cristiana. Sin embargo, el escenario se haría más difícil ya que esta organización, que contaba con alrededor de 50 integrantes activos, por definición, debía cumplir sólo una función social. Según la visión de algunos integrantes del Centro Cultural, el trabajo no debía politizarse, por lo tanto quedaba como tarea la sutil labor de convencer a los no convencidos. ¡Menudo desafío para los compañeros rodriguistas que no representaban el total del colectivo!:


“hasta que nos fuimos de la Iglesia y tuvimos que trabajar de lleno en la pobla. ¡Ahí fue difícil! Porque juntar 50 weones un una casa, en una mediagua de 6 x 3, donde todos querían hablar [...] Asumo como presidente [...] la palabra ‘política’ para ellos en ese tiempo era terrible, y empecé a instalar otra wea, había que hablar de política, la palabra ‘política’ no era mala, había que entender y empezamos a hacer política juntos”


Con respecto a la dirigencia que asume, explica que las circunstancias en las que se produce, justifica su proceso autodidacta de aprendizaje:


“a pesar de la niñez siempre tuve que enseñar, pero nunca vinieron a enseñarte, hubieron weas que aprendí solito poh weon, el camino me fue enseñando...”


EL contexto histórico en que crece Rafael lo empuja fuertemente a tomar decisiones más arraigadas en su dimensión política que movidas por su ímpetu de joven:


“no tenía opción, o erai un conchesumare, que habían muchos en la pobla, o la hacíai [...] habían momentos en que tuve ganas de estar en el carrete pero tenía que estar acuartelado [...] eso significó un abandono de un montón de weas [...] asumiendo tareas de grande pero nunca dejando de ser niño, por ejemplo, la primera vez que le disparé a los pacos, fue como... me cagué, me cague poh, literalmente!”


En el 87, el Partido Comunista Chileno rompe nexos con el FPMR. Esta división se produce, entre otras cosas, porque los oficiales del FPMR habiendo recibido instrucción en Escuelas Militares y Academias de Guerra en el extranjero, tienen grados de militares de carrera que difícilmente se declararán obedientes a una Dirección del PCH que no tenía experiencia militar. Aunque públicamente el PCH mantuvo su Política de Rebelión Popular de Masas, se propuso desmantelar el aparato militar en un corto plazo. Se producía el cisma entre el FPMR y el PCCH4.


“...se separa el Frente del Partido y yo quedo ahí al medio, entonces rompo con mis compañeros que eran todos comunistas y quedo solo. Después me sumo al Frente que el PC denominaba «la fracción»”


Con esta escisión, el FPMR debía readecuar su organización de aparato armado para convertirse, aunque sin declararlo así en el momento, en un partido político. Con esto debía iniciar una campaña de captación de masas. Se aprecia, en este periodo una actitud de mayor pragmatismo:


“Organizamos en primer núcleo rodriguista de la comuna. Éramos tres compañeros [...] asumimos nuestra militancia [...] llegamos a juntar 100 compadres y había que darles una grado de organización, disciplinarlos ”


“la gente del núcleo eran los militantes del Frente, los demás eran milicianos [quienes no participaban del núcleo]. Entonces pa’ hacer una pega [acción directa] yo, como integrante del núcleo, era el primero en entrar y el último en salir. Hacíamos milicias de 9 o 10 y pa’ hacer una pega específica esos 10 se separaban [tácticamente].”


En esta política de pragmatismo del Frente, se derrama en los militantes de base como Rafael, la posibilidad de ejercer cierta autonomía con respecto a un órgano central:


“La decisión política pasaba por el núcleo. El núcleo hacía análisis. El miliciano debía cumplir la tarea no más. Dentro del contexto político en que se daba esa situación era aceptable. Hoy no lo haría porque hoy la situación es distinta, hay que formar, hay que fortalecer. No había mucho tiempo para pensar, había que hacerla no más poh. En el camino iban aprendiendo los cabros.”


Así transcurre la agitada vida de Rafael, entre acciones de propaganda armada, la formación de milicias y su permanencia en el Centro Cultural “Libertad Unión y Progreso”. En el ámbito Nacional, nos hallamos en 1988 con un plebiscito que dirimiría la continuidad del Pinochet en el gobierno, además de las elecciones presidenciales y parlamentarias en el año 89: la democracia retornaría al país.


Democracia cargada de impunidad


En una transición a la democracia que debe hacer justicia “en la medida de lo posible”, que para perdurar debe imponer un manto de olvido; una transición pactada y controlada desde las FFAA, en donde éstas realizan demostraciones de fuerza para manifestar al gobierno su molestia por la tentativa de hacer de justicia. En este contexto nos encontramos, por ejemplo, el 28 de mayo de 1993 con un “Boinazo” como medida de presión que el ejército, no hacia solamente al gobierno, sino hacia todo un país que aún teme, que aún no logra superar el velo de oscuridad tendido por 17 años de dictadura. ¿Acaso esto no es terrorismo?. ¿Acaso con estas acciones no se juega con el miedo de todo un pueblo para “llamar la atención” acerca de problemas no resueltos como la vulnerabilidad de personal miliar ante la justicia?. Estas y otras interrogantes, rondarían en el pensamiento de los militantes rebeldes de la transición.


En este escenario, “la mayoría de los grupos políticos rebeldes habían orientado sus acciones contra símbolos y fuerzas de seguridad del antiguo régimen para denunciar la continuidad política y económica del modelo”5


Transición pactada, transición cobarde. Lapsos de eterna transición a la democracia, de justicia “en la medida de lo posible”, precisamente allí podemos descubrir a Rafael ya joven, aún militante, aún soñador, levantando su voz, construyendo y resistiendo. Cuando un 12 de agosto del año 1991, a las tres de la tarde cae detenido por segunda vez, pero esta vez ya no era el niño que pensaba que iba a ser dejado en libertad pronto:


“Después del caso Guzmán se hizo un proceso contra el Frente y ahí nos encanamos justo en ese proceso [...] ”


Esta vez estaría seis meses y medio recluido. Este, a pesar de ser un proceso doloroso, de cuestionamientos, de soledades, de definiciones, para Rafael fue significativo y, de alguna manera, iba a influir en su futuro quehacer. Conoce gente nueva. Conoce a quien denomina como un “verdadero revolucionario”:


“En ese proceso conocí al Pedro [Ortiz], al Palito [José Miguel Martínez] al Pum-pum [Mauricio Gómez Lira] 6 [...] el Pedro era, intelectualmente, un hombre muy capaz... muy inteligente y nos hicimos muy amigos [...] él me decía «este es el cabro chico» [...] yo, de los rodriguistas, era el menor. Yo participaban en el núcleo interno con él. Cuando llegué a una reunión, él empieza a hacer un análisis de coyuntura, pero me habla como intelectual, me eleva los términos y yo quedé más colgao’, yo le dije «que wea me estai hablando hermano, yo soi de la pobla, si no me aterrizai los términos me presento inorgánico» [...] esa fue una gran lucha que dio él, por enseñarme y yo enseñarle lo que sabía [...] en el fondo todos tenemos algo que enseñar [...] ése fue el gran paso que dimos juntos: desde toda su capacidad intelectual, desde la claridad política que él tenía [luchaba] por aterrizar el concepto, que lo entendiera [...] ahí fue como se fue dando el cariño [...] si yo conocí a un hombre revolucionario, ése fue el Pedro [...] entonces qué mejor, cuando yo se que se muere empiezo a enganchar gente pa’ la «Pedro Ortiz»...”


“Al Pedro [Ortiz Montenegro] lo conocí como el jefe, como el amigo, como el compañero, como el hermano. Yo siendo un cabro de 17 o 18 años que cae a la cárcel [...] ahí que te dai cuenta que soi’ o no soi’, porque ahí es cuando [...] me ofrecen entregar a mis compañeros y yo digo «no poh me quedo acá no más», me dicen [en tribunales] «bueno, entonces vai a hacer 15 años preso» yo digo «será, lo que sea». Entonces yo andaba en esos días muy cagao’ de onda llorando porque quería irme pa’ la calle, porque echaba de menos mi pobla, a mi mamá, a los cabros de la población y toda la wea poh; se acerca el Pedro y me dice «a mi me condenaron a 33 años y aquí estoy cagao’ de la risa ¿por qué andai llorando hermano si todavía ni te condenan? [...] hermanito Usted va a trabajar conmigo» y ahí empecé a trabajar con él”


A pesar del intento de la Concertación de restar legitimidad política a toda acción de las organizaciones revolucionarias, criminalizando su existencia, en el interior de la cárcel aún se seguía operando como colectivo Al respecto, Rafael relata:


“Nos tenían en la calle de los [presos] comunes, en la calle 13, ahí yo como weón de la pobla tenía amigos, me sentía «cómodo» [...] empezamos a hacer un taller de derechos humanos, enseñamos a leer a los presos comunes. Hicimos un acto pal’ 11 de septiembre, hablamos del tema con los presos [...] la dirección interna del Frente en la cárcel que eran el Pedro y otros compañeros definen que los a compañeros que estábamos ahí, tenían que sacarnos a la calle 15 que era la de los presos políticos. Nos contacta un compañero y nos dicen «tal día van a venir y los van a llamar al abogado y Ustedes tiene que ir no más poh, tienen una semana pa’ que saquen la ropa o sus cosas de más importancia», sacamos alguna cosas. Entonces llegó un día y nos llaman al abogado [...] ahí entra el Pedro y dice «ya, se van con nosotros», se toman la calle, pescan al paco que estaba con nosotros que era un teniente de inteligencia de gendarmería, le quitan la gorra, el sable y pa’ fuera... ahí nos tomamos la calle y nos fuimos a la calle de los presos políticos. Esa fue una acción del Frente. Una decisión política que toma la organización”


La militancia además de entregarles un fuerte componente identitario, les otorga cierto estatus dentro del mundo de reclusión. El prisionero político se diferencia del prisionero común:


“Había una diferencia en el trato de gendarmería con respecto a los presos comunes, por ejemplo, en la formación, en la cuenta [...] nos separaban de la población común..., los presos comunes pasaban con las manos atrás y nosotros con las manos al lado, con short, con un libro en la mano; siempre desafiando a la autoridad porque los presos comunes no desafían a la autoridad, se someten, nosotros no. Es una cuestión de dignidad que te va manteniendo [...] Hacíamos uso del derecho de preso político, que pa’ ellos valía callampa pero nosotros hacíamos uso de éste [...] estábamos todos convencidos.”


Los abusos de autoridad, por parte de Gendarmería, también son enfrentados con el coraje que otorga la militancia y la certeza de no encontrarse solo frente a un mundo hostil:


“Le decíamos a los pacos [gendarmes] «yo estoy preso pero mis compañeros están todos en la calle»”


Si el guardián no cree, hay que convencerlo:


“«Ya, entonces la próxima semana vai a tener una bandera en la casa» y a la otra semana, había una bandera del Frente puesta en su casa, era el aviso, o le daban algún papel del Frente al hijo «toma una carta pa’ tu papá» [...] teníai ese peso porque teníai organización. Una vez el alcaide de la cárcel mandó a que nos golpearan los gendarmes... al otro día le volaron la puerta de la casa, todos los vidrios quebrados, a las 7 de la mañana le estaban volando la casa. El nivel de organización era super grande.”


Del Centro Cultural a la “Pedro Ortiz”


Rafael es puesto en libertad aproximadamente el mes de marzo de 1992. Explica que, por razones de seguridad, se desvincula del FPMR como militante activo, sin embargo, mantendría contacto con los compañeros que aún seguían recluídos en calidad de prisioneros políticos, con quienes había estrechado tanto lazo afectivos como de índole políticos.

“Yo salgo de la cárcel y estuve un año sin militar, por un tema de seguridad.”


“Entonces, cuando salgo de la cárcel empiezo a estar vinculado con los PP, en mi situación de ex preso político”


El 15 de octubre de ese año 1992, Amnistía Internacional publicaba un documento titulado “Posible ejecución judicial y malos tratos”, en el cual expresaba su “preocupación por las denuncias del homicidio de al menos un preso político en circunstancias que sugieren su ejecución extrajudicial, y por los fuertes malos tratos infligidos a otros dos durante un intento de fuga llevado a cabo por ocho presos políticos del Centro de Detención Preventiva Santiago Sur el 10 de octubre de 1992. Otros dos presos resultaron muertos en circunstancias que aún no se han aclarado. Otros tres lograron escapar.” 7


Efectivamente, en la fecha señalada en el documento, 10 de octubre, ocho prisioneros políticos del FPMR, se fugaban de la ex-Penitenciaría. Tres de ellos logran escapar, tres caen abatidos por las balas de gendarmería - Pedro Ortiz Montenegro, José Miguel Martínez y Mauricio Gómez Lira- y dos fueron recapturados. Estos dos últimos, protagonizarían 4 años más tarde la cinematográfica fuga desde la Cárcel de alta Seguridad, operación denominada “Vuelo de Justicia”.8


La fuga protagonizada el 10 de octubre del 92 era una operación militar y como tal, sólo un selecto grupo estaba en conocimiento de ella, motivo por el cual Rafael solo tenía indicios de que “algo iba a ocurrir”:


“El 10 de octubre del 92’ tenía vínculos con los presos políticos. Cuando se empieza a planear el proceso de fuga en la cárcel, a mi me toca comprar algunos materiales [...] estaba al tanto que iba a pasar algo, pero no sabía qué [...] me pasaron una plata, compré unas cosas y se las hice llegar a quien tenía que hacérselas llegar [...] estaba ahí [involucrado], de una u otra manera enganchado...”


Acontecidos los hechos, Rafael, comienza a movilizarse para acompañar a “sus hermanos” caídos en la fuga:


“Yo estoy viendo la televisión y veo que está el Pedro muerto y digo ¡no!, mi hermano, mataron a mi compañero y ahí empiezo con la organización... ”


“Al Pedro lo mataron las diez o doce del día [...] y las 4 de la tarde ya estaba armando la wea, haciendo banderas pa’ ir a los funerales...”


Con la muerte de estos tres compañeros rodriguistas, el Centro Cultural ya se muestra a la población como una organización abiertamente política, popular, revolucionaria:


“Ahí empezamos a trabajar el tema de los derechos humanos, nos tomamos la Municipalidad, hicimos un ayuno por la ley de punto final en ese tiempo, participamos en foros, un montón de acciones de propaganda, pero no firmábamos como Frente, firmábamos como «Pedro Ortiz», en todos lados, donde tu ibai en El Bosque había un rayado nuestro, esa fue como la salida pa’ la calle”


“en la primera acción, estaba el alcalde de El Bosque entregando la cuenta anual y aparecemos con un cajón hecho de cartón con unas mascaras de bufones gritando «no a la amnistía, no a la impunidad...»”


Desde aquel momento el tipo de integrante de “Centro Cultural Pedro Ortiz”, es atravesado por una identidad única: el rodriguismo.


“Después me encuentro con el Francisco Díaz Trujillo, «El Chino» que es uno de los que se logra fugar cuando mataron al Pedro [...] yo no milité nunca con «el Chino», pero yo obedecía a mis principios [...] entonces se genera una relación.”


Transcurren alrededor de dos años, desde que se funda el Centro Cultural Pedro Ortiz, dos años de denuncia, de acción directa, de propaganda. Hasta que se instala en la mesa, la posibilidad de legalizar el colectivo, de obtener personalidad jurídica, con lo que se arriesgaban a pasar de ser una organización que se definía como antisistémica, a una organización funcional al modelo. Rafael, recuerda que el tema lo instala un par de personajes, a quienes él acusa como traidores.


“Hasta que se integra a la organización un compadre que había caído cuando yo estaba preso, siempre tuvimos dudas con él, y ella [su mujer], terminaron entregándonos, trabajaban pa’ la Oficina. Yo los heché y [ellos] van a la Municipalidad y entregan una lista con los nombres de todos nosotros...”


“Ellos no tenían casa, entonces el precio de ellos fue una casa, y sapearon poh [...] Son el John Tavorga y la Ana Guerra”


“Ellos querían hacer una fundación y hacer todo un negocio”


Lamentablemente, la decisión de obtener la personalidad jurídica ya había sido tomada en conjunto, producto de las discusiones propuestas por Tavorga y Guerra, quienes concentra el poder -administrativo- puesto que, una vez legalizados, ostentan los cargos de tesorero él y presidenta ella:


“Instalan el tema de la legalización [...] empiezan a engrupir a la gente hablando de proyectos pa’ alla , proyecto pa’ acá y una serie de weas extrañas [..] los hechamos, pero como ellos tenían la personalidad jurídica se la llevaron”


“Hubo un momento en que pensamos en la legalidad, pero como un tema estratégico, lo que nosotros no sabíamos era lo que ellos venían haciendo; en el proceso los fuimos pillando, porque se enrolan en los aparatos de inteligencia del Gobierno y le hacen toda la pega y se van encaminando. Nosotros no cachamos, cuando cachamos ya era tarde. Entonces ahí nos separamos para conformar el comité de DDHH «Pedro Ortiz»”


Una vez escindida la organización entre la facción institucionalista y la autónoma, esta última tendencia opta por conformar el comité de DDHH. Organización que funcionaba en casas y en locales, es decir, no se encuentra asentada en un territorio específico, se reunían en diversos lugares dentro de la comuna. Hasta que, en el año 1997, se “toman” una casa que está ubicada en la población “14 de Enero”, colindante a la población El Almendro 1, lugar donde creció Rafael.


La que, para efectos de este relato, he denominado facción institucionalista, por su parte, postula a una serie de proyectos, entre los cuales está la adquisición de una cantidad determinada de libros. Durante el proceso de separación, la facción autónoma se apropia de estos implementos y los instala en la casa que se habían “tomado” en la población “14 de enero”. Dando inicio a lo que sería la actual Biblioteca Popular 14 de Enero.


“nosotros vinimos y nos metimos a la casa que estaba abandonada, no tenía puertas, ventanas, nada [...] sin permiso de la dueña ni nada. Hasta que llegó la dueña y nos cede el terreno [...] nos cede el terreno y la casa pero de palabra, no formalmente.”


“como empiezo yo a vincularme nuevamente [con el FPMR] nos pasan unas mesas, unas sillas”


El cambio de nombre desde “Comité de DDHH Pedro Ortíz” a “Biblioteca Popular 14 de Enero” se produce en este mismo proceso de instalación de la biblioteca en la población del mismo nombre. Al contrario de lo que podría pensarse, el nombre no responde tanto a una situación de arraigo con el territorio en el que se instalan–recordemos que habían vivido como organización nómada- , sino que responde a la idea de desvincularse de la facción institucionalista que representaba serios peligros ya que Tavorga y Guerra habían entregado una lista con los datos de los integrantes de la facción autónoma.


“ahí definimos que nos vamos a quedar aquí [en la población «14 de Enero»]”


“Cuando no entregan, nos sapean, ahí nos denominamos como «14 de enero», por seguridad, pero no por la historia de la pobla, sino como «ya que estamos en esta pobla, hagámoslo aca»”


Es importante destacar la metamorfosis que este asentamiento provocaría en el colectivo, puesto que a sus actividades se sumaría el trabajo territorial, el vínculo directo con la población. Echaban raíces en un lugar que los proyectaría en el tiempo.


Lo que hoy constituye la sede de la biblioteca, es justamente esa casa abandonada que hace una década, se “tomaran” este grupo de compañeros para continuar su labor reivindicativa del movimiento popular, su labor de denuncia, de concientización de “la pobla”. Dicha sede limita con un sitio eriazo que, con el correr del tiempo, y el esfuerzo conjunto de “la Catorce” se ha ido transformando en la Plaza “Francisco Díaz Trujillo”9. Tanto este sitio como la casa abandonada, pertenecen al Laura Moya, doctora psiquiatra, activa militante por la memoria y los Derechos Humanos en Chile.


“lo que hoy es la plaza, era un espacio lleno de basura [...] comenzamos a construir la plaza, conseguimos máquinas y todo con plata que pasaban los compañeros [del FPMR]”


El aporte que el rodriguismo, específicamente el FPMR Autónomo, realiza a la naciente organización territorial, se ve graficado y se le hace más patente a Rafael a partir de un episodio cotidiano:


“un día, yo estoy con un compañero, se rompe una silla [de la biblioteca] y yo digo «ah esta silla, está mala hay que botarla» y él me dice «¿cómo vai a botar esa silla? No vei que hay un compañero preso por esa silla» yo le pregunto por qué y el me responde «si poh hermano, estas weas no son gratis, los cabros están presos por estas weas, secuestraron al Edward por esa mesa y esa silla», ahí me despabilé...”


En el año 1997 se da inicio a un nuevo proyecto impulsado por “la catorce”, este proyecto sería el que legitimaría territorialmente a la organización: la colonias urbanas, elemento rescatado de la lucha antidictatorial de los 80, cuando la Iglesia Católica promovía estas iniciativas:


En el 97 hicimos las primeras colonias urbanas «Se precisan niños para amanecer» que respondían a la «Pedro Ortiz»10, éramos nosotros”


Con esta apertura hacia la población, el perfil del integrante de la organización se hará más heterogéneo, comienza participar el joven poblador, “hijo de la transición” que no tendrá el mismo grado de politización que poseía el militante del proceso anterior. Se abre la organización al sujeto que no fue curtido por la lucha que tenía un objetivo claro: derrocar a la dictadura, y en beneficio de este objetivo, debía hacer, sin preguntar.


“empieza a entrar más gente a participar, a hacer [...] nos encontramos con un montón de compañeros nuevos que comienzan a cuestionarte”


Este permanente cuestionamiento, el ir y venir de nuevos y antiguos integrantes, la reflexión siempre presente y la búsqueda constante de nuevos caminos han sido permanentes en la “Biblioteca Popular 14 de Enero”.


Con la desarticulación de las organizaciones rebeldes, llevada a cabo por la Concertación de Partidos por la Democracia a través de la criminalización, desmovilización y encierro de sus cuadros operativos, “la Catorce”, para subsistir, debe recurrir a un nuevo elemento, una nueva forma de financiar las actividades que exigen recursos: la autogestión. Este concepto se encuentra muy ligado a la concepción de autonomía que persiguen estas nuevas organizaciones del periodo de eterna transición a la democracia.


“En todas la organizaciones de la comuna han participado en proyectos [financiados por entes gubernamentales], menos en la Catorce y eso ha significado el quiebre y el derrumbe de estas otras organizaciones, porque el camino más fácil es generar una organización, obtener personalidad jurídica y conseguir un proyecto [...] la gente empieza a cachar que las weas no les cuestan [...] todo lo contrario ocurre acá, cada cosa que hay ha costado”


La autogestión es concebida como forma de resguardarse de dos elementos que son considerados nocivos para la organización, a saber, la intervención de organismo oficiales fijando las líneas de acción a seguir y, por otra parte, la desmovilización de sus integrantes dada la comodidad y facilidad de obtener recursos de un ente externo. En este sentido, y considerando la similitud de circunstancias que se aprecian entre esta forma de recibir recursos y el haberlos recibido del FPMR, Rafael la explica planteando que la “recuperación”11 de recursos es una gestión propia de la organización: el órgano militar y la organización son percibidos como un todo, un complemento. El FPMR es también “la catorce”:


“para las Colonias urbanas, empezamos vendiendo papas fritas, juntamos 50 lucas, pero necesitábamos 500 lucas para una semana... tuvimos que ir a buscar la plata poh [...] Nosotros gestionamos la plata [...] los cabros fueron y trajeron pan, trajeron helados y no preguntí de donde los sacaron: los recuperamos. Por eso planteamos que es importante el elemento militar.”


La “14 de enero” hoy


“La ‘Catorce de Enero’ es organización de carácter popular [...] después de un proceso (de reflexión interna) se hace una definición [..] de carácter revolucionario, aquí no se esconde el tema de la Revolución [...] somos un colectivo que discute cuestiones de corte político”


Hoy “la catorce” se encuentra ubicada en el mismo lugar donde se asentó hace diez años, en la que fue la casa abandonada colindante con un sitio eriazo lleno de desperdicios. Claro que en el presente, la casa es sede y el sitio es plaza, construcciones, sin duda, valiosas para la preservación de la memoria.


El trabajo se realiza principalmente en función de los niños:


“se desarrolla trabajo con los niños que son quienes nos han abierto la puerta y son los que [en el futuro] van a generar la crítica ¿Quién más que los niños que viven la discriminación, la mala educación , la mala salud, la mala alimentación, el hacinamiento?. Todo lo que vivimos los pobre ellos lo viven más profundamente....”


“estai instalando en ese niño la idea de que él tiene el derecho de tomarse la calle para reivindicar sus derechos, no es necesario irse de aquí para cambiar la situación, la pobla se cambia con organización”


A través de sus catorce años de existencia, por “la catorce” han pasado un sin fin de personas, cuál de todas más valiosas, que de una u otra manera sostienen un fuerte vínculo con la organización, a su vez, ésta mantiene un siempre nuevo contingente:


“De los antiguos que habíamos en la Catorce habemos 2, uno que estuvo en la fundación que es el Pato y yo [Rafa], los demás son pura gente nueva, pura semilla...”


Las líneas de acción que hoy se han definido para proyectar el trabajo hacia la población y, de paso, generar una instancia de concientización, social y política, de sus nuevos integrantes, son:


Colectivo, es la instancia de discusión, de encuentro, de reunión donde se forma, se propone y se organiza el quehacer. Está compuesto por cerca de 10 integrantes.

“La decisión política se toma en colectivo,¡pero se argumenta! [...] se discute“

Radio “Venceremos”, es el órgano difusor por excelencia utilizado para llegar a la población.


Biblioteca “14 de Enero”, esta instancia sirve a los niños para realizar sus tareas escolares. A través de ésta se realiza, también, apoyo pedagógico:


“veo a los papás que vienen a ayudar a la tía a hacer clases o se ponen con sus ‘moneas’ pa’ la fotocopia”


“hoy día son los niños que fueron parte de las colonias lo que están participando. Hoy en día el Nicolás [que participó en las colonias urbanas] está abriendo la Biblioteca”


Escuela de fútbol “Manuel Rodríguez”. Aprovechando el espacio administrado por la organización, es decir, la Plaza “Francisco Díaz Trujillo”, se realiza un escuela de fútbol con los niños del sector.


“los niños vienen a jugar en nuestra escuela de fútbol”


Plaza “Francisco Díaz Trujillo”. En una zona que no cuenta con áreas verdes habilitadas como instancia de esparcimiento, la plaza constituye un espacio de diversión para niños y adultos que, incluso, realizan asados en ella.



Identidad del sujeto


“El sentirse revolucionario [...] es la cuestión de innovar, de soñar [...] si a un compañero se le ocurre realizar una actividad, vamos y la hacemos [...] no todo se explica políticamente porque [cada acción] tiene que ver con un compromiso, con entender de dónde somos, tiene que ver con un compromiso de clase. Un día, un compañero que yo creo que estaba muy equivocado, dijo «hacer plazas no es hacer revolución» y yo creo que sí. Es importante el tema de invitar a soñar a los compañeros, porque efectivamente cuando hablamos de la revolución y la organización revolucionaria que pensamos construir para el día de mañana, estamos diciendo también «compadre, en esta wea nos van a matar, nos van a meter presos o nos van a exiliar» por tanto hay que enamorarse de lo que estamos haciendo para mantenernos en esto. Tiene que ver con la acción de vida de cada uno de nosotros”


Durante la entrevista, Rafael tiende a relatarlo todo en plural. El “nosotros” está muy arraigado en su vocabulario, signo evidente de una fuerte vocación –y puesta en práctica- por lo social, por lo colectivo. Síntoma extraño en esta era en que la predisposición del común está cargada hacia el individualismo. Este rasgo, marca en él una poderosa identidad, primero de poblador, luego de militante rebelde, revolucionario, de rodriguista:


“Nosotros nunca nos olvidamos de nuestro origen de pobladores. No había que ser marxista-leninista pa’ darse cuenta que éramos pobres, que éramos pobladores”


Esa “mística rodriguista” es atribuída al carismático “Comandante Rodrigo”, quien manifestaba ”una permanente preocupación e interés por el bienestar y cultivo de un espíritu de cuerpo entre sus subordinados”12:


“Todavía queda ese nexo, hay como una cuestión cultural con la que nuestra gente se identifica. [...] en palabras super simples: ¿que pasaría con Manuel Rodríguez hoy día?¿tu creí que estaría por la elecciones? [...] por esencia somos violentos, somos revolucionarios [...] la transformación, la identidad, la mística. Hoy hay un grupo de gente, rodriguista y todo el cuento, pero no tienen la mística. Por ejemplo, si entro a la clandestinidad y tengo que andar disfrazao’ de paco, me voy a disfrazar de paco, si tengo que andar de milico, me disfrazo de milico, si tuviera que andar de cura, de evangélico, de mujer, de lo que sea, lo voy a hacer. Es la identidad lo que nos hace distinto a otras organizaciones. Tiene que ver con un tema de creer...“


También habla en plural para referirse a sus “hermanos” caídos. Frentistas que lucharon junto a él. El yo se diluye en el nosotros:


“Yo hablo en plural por los que no están. No es un capricho, porque los que no están, están siempre con uno [...] siempre están mis hermanos presentes, están ahí conmigo. Lo más terrible fue la muerte... vivir la muerte. Tampoco creo que la wea sea sufría, era lo que debía pasar no más poh [...] Hoy yo soy el que está aquí y debo hacerla, y hacerla lo mejor posible. Eso me lo ha dado la reflexión...”


Como pudimos apreciar a través de todo este relato, la relación simbiótica generada entre nuestro entrevistado Rafael y “la catorce” marca fuertemente el crecimiento y desarrollo de ambos. Si bien, el presente trabajo no ha tenido como objetivo sobredimensionar el rol revolucionario de nuestro entrevistado, tampoco pretende proponer que “la catorce” nunca hubiera existido sino es por la mediación de Rafael. Como él, pudieron haber muchos, quizá están muertos, quizá están detenidos, quizá exiliados.


“Hoy ni siquiera lo hago tanto por la gente, es porque es mi necesidad [...] me siento identificado en cada árbol, en cada wea nueva que se ha hecho, aquí he estado. Por ejemplo, si traen algo nuevo a la plaza y yo no estoy pa’ mi sería terrible...”


“mi vida que ha girado en torno a la organización”


“una amiga me decía «¿No entendís que la wea pasó?» yo le respondí que «mientras exista un cabro chico cagándose de hambre en la calle, mientras exista alguien comiendo del Hogar de Cristo, alguien con mala salud, alguien con mala educación, mientras existan los sin techo [...] la revolución es necesaria, no hay otro camino»”










































Santiago, Junio de 2007.

Bibliografía


  • Rosas Aravena, Pedro, REBELDÍA, SUBVERSIÓN Y PRISIÓN POLÍTICA. CRIMEN Y CASTIGO EN LA TRANSICIÓN CHILENA 1990 – 2004. Ed. LOM, 2004


  • El Rodriguista Nº 13. Marzo, 1986.


  • Especiales - Diario La Tercera. 27 mayo 2001.


  • Vidal Hernán. FPMR. EL TABÚ DEL CONFLICTO ARMADO EN CHILE. Mosquito Editores. Santiago, 1995.


  • Sitio Web de Amnistía Internacional. Sección Documentación.


  • Zapata Valderas, Victoria. CARCEL DE ALTA SEGURIDAD. INHUMANIDAD, REPRESION Y REBELDIA. Editorial Mare Nostrum. Santiago, 2005.

1 Rosas Aravena, Pedro, REBELDÍA, SUBVERSIÓN Y PRISIÓN POLÍTICA. CRIMEN Y CASTIGO EN LA TRANSICIÓN CHILENA 1990 – 2004. Ed. LOM, 2004

2 “Marzo. Se aproxima la gran batalla”.El Rodriguista Nº 13. Marzo, 1986. Pp 5.

3 “La historia inédita de los años verde olivo”. Especiales - La Tercera. 27 mayo 2001.

4 Vidal Hernán. FPMR. EL TABÚ DEL CONFLICTO ARMADO EN CHILE. Mosquito Editores. Santiago, 1995.

5 Rosas Aravena, Pedro, REBELDÍA, SUBVERSIÓN Y PRISIÓN POLÍTICA. CRIMEN Y CASTIGO EN LA TRANSICIÓN CHILENA 1990 – 2004. Ed. LOM, 2004

6 Los tres personajes citados por Rafael, caerían abatidos por personal de Gendarmería, en un intento de fuga desde Centro de Detención Preventiva Santiago Sur, ex Penitenciaria; realizado el 10 de octubre de 1992.

7 Sitio Web de Amnistía Internacional. Sección Documentación. http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR220141992?open&of=ESL-CHL. Revisado el 01 de junio de 2007.

8 Zapata Valderas, Victoria. CARCEL DE ALTA SEGURIDAD. INHUMANIDAD, REPRESION Y REBELDIA. Editorial Mare Nostrum. Santiago, 2005.

9 Díaz Trujillo es uno de los rodriguistas que logró escapar en la fuga de 10 de octubre del 92. Según el relato de Rafael, pasado un par de años desde la fuga se encuentra con él que estaba, por razones obvias, en condición de clandestinidad. “El Chino”, como lo llamaban al interior del recinto penitenciario, se hospedaría en la casa de Rafael por un periodo aproximado de 6 meses, hasta que el 22 de diciembre de 1997, cae herido de muerte en un enfrentamiento con una patrulla de carabineros.

10 Cabe destacar que, a pesar de haberse constituído ya como la “Biblioteca Popular 14 de Enero” en el año 1996, Rafael, al relatar las actividades realizadas en el año 97 aún las atribuye a la “Pedro Ortiz”. El cambio de nombre forzado, no instaura un olvido de los orígenes de ésta. En la actualidad, año 2007, esta circunstancia se sigue dando, aún se habla de “la Pedro Ortiz” para referirse a la “Biblioteca Popular 14 de Enero”.

11 El concepto de “recuperación” asociado a acciones que escapan al marco legal, como asaltos y secuestros, se sustenta en la idea de que el capital, a través de la explotación de la clase trabajadora, extrae las ganancias generadas en el proceso de producción. Esta plusvalía, en una concepción marxista, es apropiada de forma ilegítima por la clase dominante. El trabajador debiese percibir parte de esta ganancia.

12 Vidal Hernán. FPMR. EL TABÚ DEL CONFLICTO ARMADO EN CHILE. Mosquito Editores. Santiago, 1995. Pp. 144.

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